Cada vez es más frecuente escuchar o incluso leer todas las posibilidades que nos brinda un maravilloso objeto conocido como impresora 3D. De hecho, en los últimos días se ha llegado a especular con la posibilidad de construir hasta una casa con este tipo de dispositivos (al menos, ese es el objetivo de Janjaap Rujssenaars, un arquitecto holandés). Y precisamente por eso, hemos decidido indagar un poco más sobre este dispositivo tan futurista. Así pues, hoy sabremos qué es una impresora 3D.
Sin ir más lejos, la definición más común describe a este artilugio como una máquina capaz de realizar impresiones a partir de unos diseños 3D. En otras palabras, no es más que un aparato que produce distintos ojetos a partir de unos bocetos, como si de una fábrica corriente se tratara. De todos modos, es necesario destacar que, a diferencia de las impresoras convencionales, usa una inyección de plástico líquido en vez de tinta.
Los
modelos comerciales son actualmente de dos tipos:
-De
compactación: en las que una masa de polvo se compacta por estratos.
-De
adición, o de inyección de polímeros: en las que el propio material se añade
por capas.
Según
el método empleado para la compactación del polvo, se pueden clasificar en:
Impresoras
3D de tinta: utilizan una tinta aglomerante para compactar el polvo. El uso de
una tinta permite la impresión en diferentes colores.
Impresoras
3D láser: un láser transfiere energía al polvo haciendo que se polimerice.
Después se sumerge en un líquido que hace que las zonas polimerizadas se
solidifiquen.
Una
vez impresas todas las capas sólo hay que sacar la pieza. Con ayuda de un
aspirador se retira el polvo sobrante, que se reutilizará en futuras
impresiones.